Cómo gestionar a un equipo de personas

La gestión y desarrollo de personas y equipos en las organizaciones es un  asunto determinante para aquel que ocupa un rol de liderazgo. Hoy en día no hay formación empresarial que no contemple la gestión de personas y equipos en sus programas curriculares. Si bien estos cursos de gestión de personas y equipos, se centran en la adquisición de competencias por parte del alumno, muchas veces se olvidan de que el éxito del liderazgo de personas no radica en la adquisición de competencias y habilidades sino en la posición subjetiva del líder y en la manera en que éste entienda la relación con sus subordinados.  Es decir,  es un asunto que va mucho más allá del aprendizaje de ciertas pautas de comportamiento y que apunta aspectos más profundos del funcionamiento personal del líder.

Los tres aspectos claves para gestionar un equipo de personas

A continuación vamos a detallar tres aspectos que a nuestro parecer son fundamentales a la hora de gestionar un equipo de personas, tanto si se da en un ámbito profesional, académico o deportivo.

La autoridad. El líder encargado de la gestión de personas y equipos debe establecer una relación de respeto con sus subordinados.  La autoridad no es el autoritarismo, al igual que el respeto no es el miedo. En la medida en que el líder pueda dar un lugar de sujeto (y no de objeto) a las personas que tenga a su cargo, podrá colocarse para ellas en un lugar de autoridad.  Quien encarna la figura de autoridad no necesariamente es aquel que manda. La autoridad se la gana uno con su saber hacer y no viene dada con el cargo. La manera más eficaz de establecer relaciones de autoridad es convirtiéndose en una figura consistente que otorgue un lugar de sujeto (y no de objeto)  a su subordinado. Esto no quiere decir otra cosa que mantener una disposición de ayuda y de escucha, porque insistimos, la autoridad no se impone, se gana.

El deseo. Mantener el deseo vivo en los integrantes de un equipo de trabajo es el reto de cualquier líder. Y no se trata únicamente de aumentar la productividad y la adhesión al proyecto, sino  también de reducir considerablemente el riesgo de burnout y las bajas. En la medida en que la gestión de personas y equipos de trabajo contemple la importancia de mantener un deseo vivo y decidido por el trabajo,  será posible constituir un equipo de trabajo que funcione como tal.  Un equipo no es un montón,  ni un grupo.  Un equipo implica un trabajo de solidaridad compartida. Favorecer esto será una de las tareas principales del líder  y esto solo será posible en la medida en que cada integrante del equipo sienta que su deseo está implicado en el proyecto.

El caso por caso. Para el buen liderazgo de personas y equipos, es importante tener presente, en todo momento, el reconocimiento a la singularidad de cada uno. Cada persona es distinta y las motivaciones y deseos son subjetivos. Esto quiere decir que por más que haya unos objetivos compartidos, por ejemplo incentivos económicos, cada miembro del equipo mantendrá una relación subjetiva con los mismos. Es fundamental que el líder entienda la importancia de tratar a cada uno de manera diferente, teniendo en cuenta la singularidad de cada persona.  Es un error común de algunos líderes pensar que lo correcto es tratar a todos los subordinados por igual. Nada más lejos de la realidad, ya que sólo pudiendo escuchar aquello más particular de cada uno, será posible sacar el máximo rendimiento a nivel individual y colectivo.

El liderazgo no se aprende, se descubre

Para concluir, señalaremos la importancia de trabajar aspectos personales de la figura del líder, por encima de la adquisición de competencias y habilidades técnicas. Entendemos que los  elementos que hacen que una persona sea un buen líder en la gestión de personas y equipos no pasa tanto por el aprendizaje, como por el trabajo personal que el líder haga consigo mismo. Y eso no se enseña, aún, en la Universidad.

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