La mentira en los niños

Sergi Vilardell Falcon colegiado COPC

Artículo escrito por:

Sergi Vilardell Falcon

Psicólogo Colegiado Nº 18455 (COPC)

La psicoanalista Françoise Dolto respondía, en el programa de radio France-Inter, a las preguntas que le dirigían los padres sobre la educación de sus hijos.

En este caso le preguntaban sobre la mentira en los niños.

Periodista

En varias cartas le piden por fin que hable usted de la mentira.

Aquí tengo la de una madre que no sabe qué actitud adoptar ante las mentiras de su hija única de seis años. Desde que comenzó las clases ésta tiene la molesta costumbre de “falsear la verdad”. La madre se pregunta si una niña de seis años es suficientemente consciente para distinguir la mentira de la verdad.

Este problema la contraría, tanto más cuanto que la niña parece incurrir en la mentira con la mayor naturalidad.

la mentira en los niños

Françoise Dolto

La edad en que los niños distinguen entre la ficción y la realidad es muy variable. Es difícil responder con precisión a esta señora, porque para comprender a un niño es necesario situarse en el plano de las cosas concretas y esta madre no nos cita ejemplos de las mentiras de su hija. Si buscas una visión global de nuestro enfoque clínico, puedes conocer a nuestro equipo de psicología y orientación familiar.

Puede haber diferentes razones por las que la niña no dice la verdad. Puede tratarse de lo que llamamos mitomanía: la pequeña cuenta una fábula gratuita que no daña a nadie, una simple invención. Conviene preservar la vida imaginaria del niño: es la “poesía” de los seres humanos. Para orientar estas situaciones según la edad, es recomendable una consulta de psicología infantil y, para comprender cómo opera la mente ante estos relatos, resulta útil el artículo del blog sobre mecanismos de defensa e inconsciente.

También puede tratarse de una niña que busca contradecir a la madre y no encontró ese juego en otro lugar. La madre puede responder con ejemplos concretos y sin confrontaciones estériles, favoreciendo un marco de juego simbólico y de límites claros. Si el clima familiar está muy tenso, puede ayudar abrir un espacio de terapia individual para madres y padres que ordene la intervención en casa.

Esta señora podría preguntarse si ella o su marido dijeron alguna vez mentiras “en broma” a la niña —sobre el nacimiento de los bebés o la figura de Papá Noel—. El “en broma” pertenece a otro registro distinto de la verdad y forma parte de la poesía cultural y del aprendizaje. Para ajustar el mensaje sin desmentir ni sobredimensionar, puede venir bien el artículo del blog cómo comunicar a los hijos situaciones delicadas.

En suma, hay que comprender a esta niña y no reprenderla. Otra posibilidad es que haya acusado falsamente a alguien para quitarse la culpa; algunos niños lo hacen porque son inteligentes y prueban límites. Hay que infundir responsabilidad y sostener la palabra como vía para pensar lo ocurrido. Si dudas sobre cuándo pedir apoyo profesional, puede orientarte el post cinco pistas para saber si necesito ayuda psicológica.

Periodista

Y sobre todo no encolerizarse…

Françoise Dolto

¡Lo menos posible! La cólera nunca arregla nada.

En todo caso, hay algo equivocado por parte de los padres cuando urgen al hijo de esta manera: “Si dices que fuiste tú, no te regañaré”; ahora bien, cuando se ha cometido un acto que ha resultado dañoso o perjudicial, el niño debe llegar a asumirlo. Y lo asume mucho mejor si se le dice: “Fueron tus pies, fueron tus manos y no tú los que querían hacerlo; sé que a veces las manos hacen cosas que la cabeza no quería hacer”, etc.

Hay que hablar y reflexionar junto con el niño, pero no hay que acorralarlo nunca para saber la “verdad”. No hay que dejar nunca que un niño se enrede en una mentira con fines de disculpa y menos cuando no hay ningún peligro en juego. Supongamos que se cometió el hecho. ¿Niega el niño que es responsable porque no puede asumir su culpabilidad? Hay que detenerse allí y decir: “Bueno, ven que tienes demasiada vergüenza para confesar. Tienes razón, pero trata de no repetirlo…”. “Pero te digo que no fui yo”. “Bueno, te creo… Lo que está hecho, está hecho. No hablemos más del asunto. Pero has de saber que aunque seas culpable, yo te quiero y te tengo confianza; perdónate entonces tu propia tontería, si es que la has cometido; y si no la cometiste, perdóname a mí por haber sospechado de ti.”

Una lección así es de largo alcance y mucho mejor que hacer un drama.

Fragmento extraído del libro: ¿Tiene el niño derecho a saberlo todo?

Dolto, F. (1981). ¿Tiene el niño derecho a saberlo todo?. Barcelona, Paidós.

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